El tema de la inversión en proyectos mineros en nuestro país, se maneja desde varios ángulos, dependiendo de la fuente en que se origina la motivación de explicar el movimiento de recursos, sean estos procedentes del Estado, que son mínimos o las difíciles circunstancias para promover, atraer y asegurar la llegada de inversiones externas, ojalá fuese en la proporción de las que se inscriben en proyectos internacionales en países vecinos y otros más lejanos, caso de Colombia, Ecuador y México que absorben capitales de las principales empresas mineras del mundo.
La minería es un negocio que desde su inicio en las tareas de prospección y exploración, obliga a fuertes inversiones, demanda un largo tiempo para verificar el potencial de los yacimientos y si la fuente es segura en minerales, hay otra fase más costosa que la primera para implementar un proyecto de largo alcance y conveniente rentabilidad, proceso que sigue sumando tiempo, (generalmente años) antes de poner en marcha su explotación práctica.
Cuando se mencionan en nuestro país algunos planes de prospección y la inmediata exploración, realmente resultan ridículos los presupuestos que se ponen a disposición del cumplimiento de algunos planes, que por supuesto no avanzan en la dimensión y expectativa de habilitar nuevos emprendimientos mineros.
En la opinión del destacado profesional geólogo y ex ministro de minería Dionisio Garzón, en declaraciones a un medio impreso nacional, "en Perú, Argentina y Chile se desarrollan megaproyectos, frente al pequeño portafolio en Bolivia, con una sola mega mina San Cristóbal y otras medianas como San Bartolomé, San Vicente, incluyendo a Huanuni y Colquiri". Se comenta que Perú tiene una cartera de proyectos por más de 50 mil millones de dólares, Argentina espera concretar un proyecto de 30 mil millones de $us; Chile tiene una minería que se maneja en cierto tipo de escalas, millonarias por supuesto, pero entre sus más importantes inversiones destina mil millones de dólares anualmente sólo para la exploración de nuevas áreas mineras.
En tanto la referencia al país es muy concreta cuando se señala que "Bolivia sigue anclada en el pasado y es el problema que dificulta el desarrollo de nuevas aéreas y proyectos mineros. La inversión de la última década en minería en total solo suma unos $us 230 millones en un año y en exploración sólo migajas".
Las cosas están planteadas de ese modo, y el hecho es que se han formulado muchos anuncios sobre el movimiento de recursos para la minería, salvo que se han dispuesto montos de soporte, caso de Huanuni y algunas cooperativas, no se han concretado aún otros presupuestos que deben disponerse ordenadamente para su inversión racional en proyectos mineros.
Qué es lo que falta. La respuesta de los expertos es contundente, falta dirección que se base en un proyecto delineado para elevar los niveles de producción de la minería y metalurgia, pero respondiendo a una política minera que de momento parece ausente, tanto así que ni siquiera se puede establecer la reestructuración de la Comibol, la empresa estatal que debería normar la actividad minera del país.
Mientras no se definan los aspectos prioritarios, pese al repunte de precios, la minería seguirá siendo "la gran esperanza de la economía boliviana" y la esperanza es lo último que se pierde.
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