jueves, 10 de noviembre de 2016

De blindajes e informales


Resulta interesante analizar los esfuerzos de las autoridades para minimizar los efectos de la caída de los precios de los commodities en el mercado internacional y los esfuerzos de opositores al régimen para maximizar esos efectos. Ambos en el banal intento de llevar agua a su molino con miras a captar adhesiones en tiempos difíciles y proyectarse a la pugna de poder de 2019. Lo cierto es que el fenómeno de precios ha impactado de manera clara en nuestra economía y ya no se habla de "colchones económicos" ni de blindajes, tan mentados en años precedentes.

Un parámetro al que acudo para analizar estas situaciones es la generación de divisas por ventas al exterior, un parámetro que indica cómo están los negocios en el país. Al mes de agosto de la gestión actual y en relación a similar periodo de 2015 (INE, RES 2016_40) el valor total de las exportaciones ha tenido una caída de 22,8%, los sectores claves como hidrocarburos y minería caídas de 49,8% y 1,5% respectivamente, la agricultura y ganadería 2%, las manufacturas tuvieron un crecimiento del 3,9% con el impulso de cinco rubros: las ventas de soya y productos de soya crecieron 11,8%, oro metálico 6,1%, estaño metálico 6%, plata metálica 14,8% y joyería de oro 31,4%. Se han vuelto a poner en el tapete de las buenas noticias el vilipendiado extractivismo y la manufactura de soya y metales como el elixir que evitó una caída peor del valor de las exportaciones. Los cuatro metales mencionados aportan cerca al 48% del valor del rubro de manufacturas y el 18% del valor total de las exportaciones hasta agosto de 2016. Solo el oro (metálico y en joyas) más del 12%.

Toda la parafernalia de anuncios de diversificación e industrialización parece desvanecerse toda vez que se revisan estos números, la estructura de nuestras ventas al exterior no ha cambiado substancialmente, dependemos del atávico extractivismo, en un porcentaje importante de la extracción beneficio, manufactura y comercialización de oro, metal que todos sabemos está controlado en toda la cadena por operadores informales.

Como en el caso de la minería, pareciera que el único blindaje que funciona es la informalidad, cuando uno sale a la calle y ve las vías con miles de vendedores informales, con congestionamiento vehicular producto de la invasión de autos chutos y de los otros, los mercados abarrotados con productos extranjeros y los nuevos edificios creciendo como hongos en todos los barrios, tenemos la sensación que ese es el mecanismo que genera el mercado interno creciente al que tanto se refieren como el paradigma del crecimiento económico.

La informalidad en casi todos los niveles del quehacer nacional, los empleos temporales, los pequeños negocios pasajeros y de época según la demanda de productos en la calle y en el hogar son los mecanismos a los que la gente acude para sobrevivir el día a día. La circulación del dinero (sin importar su origen) en este atípico sistema, pareciera ser el blindaje informal que mantiene gran parte de nuestra economía. La informalidad no es mala en sí misma si el fin es ocupar a los miles de trabajadores que de otra manera engrosarían el ejército de desocupados, lo malo es descuidar en ese intento el crecimiento del empleo formal que solo se genera con inversión, seguridad jurídica y buenos proyectos. Estos últimos son tan pocos y están tan lejos de concretarse que lo menos que podemos hacer es meditar sobre lo que estamos haciendo como generación.

Las oportunidades no se repiten con frecuencia y ya hemos desperdiciado una década donde el flujo de dinero tapó los huecos del modelo actual y enmascaró una realidad que ahora nos empieza a golpear. Siempre se puede reaccionar pero mientras más rápido lo hagamos, será mucho mejor.

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