Cuando se habla de la "gran minería" en nuestro país, necesariamente hay que retroceder en el tiempo, no muy lejano, pero por supuesto consignando periodos de alto movimiento en la extracción de nuestras materias primas tradicionales, como se las denomina, tanto a hidrocarburos, como a los minerales, estos últimos que en buen periodo de la vida republicana de la Nación, permitieron a diferentes gobiernos, sostener nuestra economía y en algunos casos aprovechar tiempos de buenos precios para disponer muchos recursos que favorecieron al crecimiento del país.
La minería recuperada, por así decirlo, de los barones del estaño, ya en manos del Estado nutrió la economía nacional y lo hizo en función al rendimiento de los yacimientos de plata y luego estaño, cuya producción permitió diversificar la economía nacional y llegar a una posición de excelencia, que sirvió a los políticos de turno para afianzar sus programas y en contados casos, pero con marcado interés regionalista se utilizaron para cambiar las condiciones de atraso de varias regiones del territorio.
La evidencia de los hechos es que en cierto tiempo se aprovechó la coyuntura de buenos precios de minerales, aunque no faltaron prolongados periodos en que la minería bajó a límites extremos, por la abrupta caída de precios, situaciones generadas en las grandes transacciones transnacionales, en las que no se toma en cuenta procedencia u origen y menos situación de productores y exportadores.
Se recuerda la caída del precio del estaño en la década de los 80 cuando fueron cerradas las minas y despedidos miles de trabajadores, bajo la alternativa de relocalización que no se cumplió ni por aproximación. Otra caída de precios de minerales y metales, afectó a la minería nacional entre los años 2001 al 2003 con una profunda crisis que obligó al Estado a subvencionar la producción de estaño y zinc. Los más damnificados resultaron en ese tiempo los mineros chicos y los cooperativistas.
Lo que se observó en esos periodos de crisis es que la minería "tradicional" no tomó previsiones y como es de suponer, la caída de precios hizo estragos en la minería estatal que no contaba con un "fondo de previsión" y menos con yacimientos alternativos que pudiesen proveer parte de la insuficiencia de minerales, ante la imposibilidad productiva de minas en las que los costos de operaciones eran imposible de cubrirlos.
En ese periodo de crisis, sin embargo, y ya en la gestión del 2006, se afirmó un periodo de buenos precios que impulsó las actividades especialmente de la minería privada, como el caso de San Cristóbal que empezó a operar el 2007 luego de 10 años de preparación, lo que demostró el resultado de un emprendimiento técnicamente preparado y que pese a contratiempos en precio de minerales, arrancó en un momento especial de recuperación de la actividad minera. Otras empresas privadas también comenzaron a producir, como Manquiri desde el 2008, San Vicente al siguiente año, las tres ubicadas en la jurisdicción de Potosí, favoreciendo desde entonces al crecimiento de la Villa Imperial con el más alto porcentaje en la percepción de impuestos y regalías.
En ese mismo tiempo se comenzó con la exportación de gas al Brasil y la Argentina, con lo que el movimiento de las finanzas nacionales, lograron un incremento que determinó cierto alivio financiero, aunque no precisamente el cambio que se esperaba en materia del desarrollo minero nacional, pero sí en el rubro de hidrocarburos, lo que permitió al país mejorar el índice de sus exportaciones, incrementando el PIB anual, influyendo además en el fortalecimiento de las Reservas Internacionales Netas (RIN), que constituyen el respaldo financiero del país para operaciones crediticias.
El hecho es que en más de un quinquenio cambiaron algunas cosas. El crecimiento de la exploración y explotación de hidrocarburos y los convenios de exportación, lo que permitió al país mejorar varios rubros de su sistema económico, aunque no precisamente en una decidida acción de paralelismo que haga factible el buen uso de las riquezas naturales no renovables.
El sector petrolero recibió mayor atención, lo que no ha podido igualarse en favor de la minería que si bien recibió en algunas circunstancias soportes económicos para salvar situaciones de emergencia (fideicomisos), no fueron suficientes para impulsar planes necesarios de prospección y exploración minera, lo que se hizo fue sólo evitar el colapso de la minería en crisis, mientras que fluidas cuentas de recursos se dispusieron para la estatal petrolera y para cumplir la entrega suficiente de gas a los países compradores.
En el caso de la minería su rendimiento sirvió al final de la gestión pasada y comienzo de la actual para mostrar que las exportaciones de nuestros minerales son el resultado del rendimiento que produce un trabajo debidamente planificado en la extracción de nuestra riqueza minera, hasta lograr colocarse a la cabeza de las exportaciones nacionales.
LA GRAN ESPERANZA
En materia de grandes proyectos, se considera al litio como la esperanza de una nueva minería para aprovechar la reserva natural del metal blanco, considerada la más importante a nivel mundial y actualmente en proceso de varias pruebas para alcanzar el grado más óptimo de su extracción, tratamiento e industrialización, para cubrir parte de la demanda de baterías de ion litio en el mercado de la nueva generación de vehículos eléctricos.
Se trata de un reto en el tiempo presente, considerando los avances que registran los países vecinos de la competencia, Chile y la Argentina que han recurrido a varias alianzas estratégicas con el objeto de encontrar la mejor fórmula para abaratar los costos de industrializar el litio, mientras en el caso nacional, aun teniendo a mano interesantes proyectos, como el de la UTO, se mantiene un proceso de "investigación y pruebas" que demoran el proyecto en sí.
El otro gran emprendimiento que se consolida con un fuerte crédito chino permitirá en el curso de la presente gestión acometer con el proyecto de explotación e industrialización del hierro del Mutún, para convertirlo en fierro y acero y cubrir primero la demanda interna de esos materiales y luego ingresar al enorme mercado internacional ávido de la provisión de hierro industrializado.
Estamos frente al reto de desarrollar la minería estratégica del país, en esa línea no puede haber errores, su desarrollo depende de una sólida política estructural, adecuado financiamiento, exclusiva atención y asesoramiento profesional que se complementará con una innegable voluntad política.
no tiene la minería más importantes de Bolivia
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