El departamento de Oruro ha sido, es y seguirá siendo el bastión de la libertad, el ejemplo de valentía para defender la integridad nacional y luchar contra opresores, caudillos y enemigos de la democracia. En esta tierra surgió el primer grito de liberación que se extendió luego por otros distritos y consolidó la liberación de la República de Bolivia.
Fue un 10 de febrero de 1781 cuando se levantó el pueblo encabezado por patriotas oriundos de la región para desterrar el oprobio, practicado por extraños opresores que sólo buscaban la riqueza del rico suelo altiplánico.
La historia refiere que, cansados de agresiones y presiones, de observar la descarada sustracción de la riqueza minera, un grupo de rebeldes decidió salir a las calles y protestar contra el abuso, la injusticia y el deliberado atentado contra los derechos ciudadanos. Sebastián Pagador, un valiente mestizo, junto a los hermanos Jacinto y Juan de Dios Rodríguez, así como los Caro y otros patriotas se levantaron en armas junto a la comunidad criolla e indígena contra los avasalladores asentados en la Villa de San Felipe de Austria, con lo que se dio el toque de libertad y se recuperaron las minas de la zona.
Los cambios en libertad permitieron activar los signos del progreso y Oruro comenzó una etapa de superación constante, convirtiéndose en ejemplo para el resto del país instalando importantes ingenios mineros, las industrias más progresistas, el comercio más dinámico del país y disponer de los adelantos más significativos de ese tiempo, la primera empresa telefónica, el primer ferrocarril, las calles asfaltadas y una perspectiva de amplio porvenir minero.
Oruro en la actualidad vive de esperanzas, de algunos anuncios para encaminar nuevamente su desarrollo, están los proyectos de reactivación de la minería, la consolidación del Puerto Seco, explotación del salar de Coipasa, instalación de la fundición de zinc y un fuerte apoyo para impulsar la agroganadería de la región. Se espera que disminuyan los discursos y aumente la voluntad de cumplimiento de los proyectos que ansía Oruro en este aniversario de sus glorias revolucionarias. Como en 1781, hace 237 años, late en los orureños el ansia de libertad y progreso, de justicia y de reivindicaciones legítimas.
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