La coincidencia de fechas en el año presente (ya sucedió otras veces) cuando los orureños deben celebrar su importante aniversario revolucionario que se cumplió un 10 de Febrero en 1781, hace 237 años, permitió recuperar las minas de la voracidad extractiva de los dominadores españoles y alentar además el proceso de independencia nacional que consolidó la fundación de la República de Bolivia.
El otro hecho es que coincidentemente se celebra el Carnaval, fenómeno sociocultural que además muestra una simbiosis especial cuando se unen la práctica devocional de danzarines rindiendo pleitesía a la Virgen del Socavón, Patrona de los Mineros y haciendo su homenaje, en actitud pagana bailando para el Tío de la Mina, que es la representación del mismísimo demonio, guardián de las concavidades donde están los tesoros mineros.
Celebración cívica patriótica por el 10 de febrero y realización devocional y pagana folklórica por otro Carnaval de Oruro. En el caso cívico la recordación de los orureños por sus héroes, los patriotas que cambiaron la vigencia de una dominación oprobiosa por una condición de respeto, libertad y en defensa de la riqueza minera que debe servir al progreso de la región, ya no más a ningún imperio.
Así como pasa el tiempo de los hechos revolucionarios, tampoco se detiene para recordarnos una larga espera por el cumplimiento de muchas promesas para reivindicar derechos regionales y especialmente los que tienen que ver con la reactivación de la minería regional, como hecho fundamental de la economía departamental y nacional, tomando en cuenta que Oruro sigue y seguirá siendo productor minero por excelencia, lo que determina ingresos para el Erario Nacional, impuestos y regalías para la región, lo que debería servir para impulsar esos anunciados planes de prospección y exploración minera, que no avanzan justamente por falta de políticas apropiadas que determinen un apropiado y seguro financiamiento de operaciones.
El hecho es que Oruro debe progresar y su principal fuente generadora de ingresos es la minería, por lo mismo la atención de las autoridades superiores debe enmarcarse en generar condiciones apropiadas para solventar los planes de prospección y exploración minera, tomando en cuenta un hecho realmente preocupante, si señalamos, solo como referencia, que en más de una década no se ha efectuado ningún emprendimiento minero en la región que permita avizorar a los orureños la explotación de un nuevo y rico yacimiento minero.
En lo que corresponde al Carnaval, es el fenómeno sociocultural más importante de la región sudamericana, pues se trata de un acontecimiento en el que se mezclan elementos como la devoción religiosa, pero al mismo tiempo una relación pagana que configuran el carnaval excepcional, por cuyas características ha sido nominado por la Unesco, como la Obra Maestra Oral e Intangible de la Humanidad, algo que obliga a mejorar año tras año su preparación y realización, convirtiéndose en un atractivo de orden mundial. Pero lo que todavía falta canalizar como hecho redituable y de beneficio para el distrito, es su administración financiera en base a un sistema que permita lograr ingresos que compensen los gastos de su ejecución, pues más allá de la belleza reconocida del carnaval en su conjunto, el recuento de utilidades no siempre es satisfactorio.
En todo caso, en Oruro se vive un tiempo de doble celebración, histórica y patriótica, recordando la revolución del 10 de febrero de 1781 y al mismo tiempo la celebración de otro carnaval, quedando en ambos casos, la esperanza de mejores días, es cuestión de fe y cumplimiento de compromisos.
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