jueves, 3 de agosto de 2017

Mucho ruido y pocas…cosas

Dejando las nueces para otra ocasión, lo del ruido tiene más sentido si tomamos en cuenta que con cierta frecuencia, no precisamente inusitada, se mencionan muchas cosas relacionadas con la minería y resulta que en los hechos, además de algunos proyectos en proceso de ejecución como el litio, los que siguen en forzada producción, en el marco de la minería tradicional y uno que ojalá se inicie en octubre venidero en un extremo de Santa Cruz, no hay ningún nuevo emprendimiento de magnitud en materia de minería.

No funcionan planes nuevos de prospección y exploración, es tan reducido el presupuesto que se dispone para ese fin que más allá de optimistas anuncios, en la práctica no se habilitó ningún proyecto minero, ni siquiera uno que debería estar en producción como Mallku Khota, que ya contaba con una estimación inicial de su potencialidad, con los datos que dejó la minera retirada de la operación, debido a la presión de comunarios de la región que seguramente ahora lamentan que no se defina una operación que podría parangonarse con la de San Cristóbal.

Como quiera que no hay reglas claras para captar inversiones privadas de empresas nacionales y/o internacionales, faltan recursos para hablar de una minería de envergadura, la que puede ser financiada si se disponen de fuertes inversiones que sólo se establecerían en el país, bajo condiciones que garanticen el desarrollo de proyectos, sin peligro de avasallamientos, pero tampoco de medidas coercitivas que aplique el Estado cambiando el rumbo de invertir bajo condiciones de seguridad jurídica.

Ahí está el problema. Desde el Ministerio de Minería se habla de contactos con muchas empresas extranjeras y evidentemente existen tales opciones, los interesados saben del potencial minero del país, están al tanto de los rubros en los que pueden aportar capitales y tecnología, pero las cosas avanzan con muchas limitaciones, porque lamentablemente la Ley de Minería no define claramente la posición legal del Estado, como tampoco lo hacen las otras leyes promulgadas como la de inversiones o la que se refiere a la conformación de empresas mixtas, instrumentos que créase o no, tienen vacíos que no constituyen garantía para fuertes inversiones como las que requiere la minería moderna, además de un tiempo permisible de varios años, como el que emplean los grandes proyectos mineros.

Hay dudas entre los inversionistas y sucede que más allá de anuncios de ciertas inversiones, de manera objetiva, no se mueven otros proyectos que algunos en curso de ejecución, lo que significa mantener una expectativa que no se concreta en operaciones que abran nuevas fuentes de empleo seguro y que en un tiempo determinado pasen a ser proveedoras de recursos para el Erario y por la vía de los impuestos y las regalías de beneficios para las regiones.

El ruido de cosas, tiene que convertirse en programas de cumplimiento paulatino para encarar nuevos emprendimientos minero metalúrgicos, con una dirección apropiadamente definida para ejecutar una política con sólidas bases técnico operativas delineadas por un equipo profesional que sea parte de una estatal minera, sin dependencias de ninguna burocracia política o sindical.

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