martes, 25 de julio de 2017

Hay que aplicar cierto paralelismo en el uso de nuestras riquezas naturales

Una serie de hechos registrados recientemente en la principal empresa petrolera, como los cambios que se vislumbran en YPFB, luego de haberse detectado algunas irregularidades y ante la necesidad de no entorpecer los proyectos productivos, se dispondrá una reingeniería en su sistema administrativo, que implica drásticos reajustes internos y una obligada reducción en costos de operación, adecuándolos a la realidad que vive el país en el uso de los recursos no renovables y las previsiones en materia de explotar racionalmente las reservas naturales.

En el caso de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), las cosas no marchan objetivamente en el cumplimiento de metas productivas y desde el bajón de precios (dos años atrás), como una medida de dar dinamismo a proyectos de exploración y desarrollo de explotación minera, los trabajadores mineros asalariados han planteado una "reestructuración" de la estatal minera, que por compromiso del Jefe de Estado debía producirse en un tiempo no mayor a nueve meses, lo que no ocurrió ni por aproximación.

De entonces a la fecha se pierde tiempo en el manejo semántico de un término que no justifica su aplicación a la realidad de cambio que debe aplicarse en Comibol, de ahí que pretender "refundar" la empresa implica cambiarle su denominativo y querer justificar algunos nombramientos, cuando lo que debe hacerse es reestructurar toda su infraestructura, con un modelo que sea delineado y aplicado por profesionales en la materia, para cumplir una política de real aprovechamiento de los yacimientos mineros, que necesitan sólo ser verificados, cuantificados y explotados con buenas inversiones y tecnología de punta.

TRATAMIENTO PARALELO

Los expertos que observan el avance de planes en los dos rubros más importantes de la riqueza natural del país, el caso de hidrocarburos y minería, coinciden al señalar que "existe una marcada diferencia, ni siquiera conceptual, sino operacional, en la disposición de recursos financieros para las tareas de exploración de pozos en un caso y de vetas en el otro, que muestran por ejemplo los montos y sistemas que favorecen a empresas petroleras en su misión de ampliar las reservas y hacerlas operables, mientras que en el ramo de la minería se disponen de "ridículos" presupuestos para precarios programas de prospección que en muchos casos ni siquiera avanzan a la exploración técnica, lo que se evidencia en "cero" operaciones nuevas de explotación minera.

Si bien los estudios de la cartera de hidrocarburos revelan que Bolivia tiene cuantificados en este momento alrededor de 10 trillones de pies cúbicos (TCF por su sigla en inglés) como reserva gasífera para cubrir la demanda del mercado interno y externo hasta el 2030, hecho que será certificado hasta fin del presente año por una empresa especializada, corresponde no descuidar la búsqueda de más fuentes de gas pero con planes racionales y seguridad de inversiones.

Al frente el caso minero, al margen de lo que debe disponerse sin restricciones para encarar los mega proyectos de industrializar el litio y el hierro, debe impulsarse de igual modo lo que corresponde a la reestructuración con sentido práctico de la Comibol, proceso que no debe pasar de los próximos meses pues tratándose de minería altamente productiva, la habilitación de proyectos demanda mucho tiempo y bastante inversión, por lo mismo no se puede seguir perdiendo tiempo en la "majadera" opción de refundar la empresa, cuando la misma ya debía estar operando con una nueva estructura técnica, para cambiar el panorama de nuestras futuras exportaciones de metales con valor agregado y no sólo de concentrados.

En realidad, lo que importa es que en los altos niveles gubernamentales se defina una política paralela, para explotar nuestros recursos naturales no renovables, de modo que hidrocarburos y minerales tengan un tratamiento muy parecido, en función de prioridades para su futura producción y sustentabilidad en la expectativa de contar con fuentes alternativas que generen más divisas para el Estado, pero también ingresos saneados vía impuestos y regalías.

ZONAS GEOLÓGICAS MINERALIZADAS

El presidente de la Asociación Nacional de Ingenieros Metalúrgicos de Bolivia, Jorge Lema, sostiene que el potencial minero de Bolivia es mayor al de países vecinos, debido a las diferentes estructuras geológicas que otorgan una variedad de áreas mineralizadas, situación respaldada por estudios realizados por la Agencia Internacional de Cooperación del Japón (JICA), también por parte de la Misión Geológica Inglesa y por las investigaciones que actualmente realiza el Servicio Nacional de Geología y Técnico de Minas (Sergeotecmin). Se aclara que el ex Servicio Geológico Minero (Sergeomin) dispone de valiosa información sobre las zonas geológicas, indicándose que Bolivia, gracias a su geología simple y característica, tiene la mayor franja estannífera en la faja oriental andina, que parte en el Perú, pasa por Bolivia y concluye en la Argentina, denominada "tin belt".

Por otra parte, se evidenció que la "franja cuprífera" que se inicia en Perú y abarca Chile pasa a cierta profundidad por Bolivia. La zona andina por su parte es rica en minerales polimetálicos parcialmente explotados en Oruro, con mineralización tipo vetas de alto costo de extracción, según apunta el experto.

En otros niveles se ha sugerido un cambio operacional, como el que podría aplicarse en Huanuni, a "cielo abierto", una alternativa que por supuesto merecerá un estudio de factibilidad para determinar su futuro avance y rendimiento, si además tenga que utilizarse tecnología de punta que implica fuerte inversión.

El potencial minero en determinadas zonas del país se complementa con otra faja volcánica que abarca el altiplano en su parte occidental, tomando en cuenta La Paz, Oruro y Potosí, asegurándose yacimientos de zinc, plata, plomo, antimonio, estaño y oro. Finalmente, se menciona la zona oriental, donde afloran yacimientos de oro, níquel, presencia de cobre y el rico yacimiento de hierro en el Mutún

Lo que hace falta es una política minera de urgente desarrollo, en base a un tratamiento lo más aproximado al que se destina para exploración y explotación de hidrocarburos. Hay que pensar en un racional uso de nuestros recursos naturales, pero con visión de alta producción y rendimientos sostenibles.

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