lunes, 15 de diciembre de 2014

La fase de industrialización

La observación de todos los expertos, con algunas variantes en lo que atañe a las circunstancias propias de impulsar este nuevo rubro de la industrialización de nuestras materias primas, coinciden en que se trata de un momento especial por el que atraviesa el país habiendo dado otro paso adelante en transformar nuestros concentrados de minerales y convertirlos en metales con valor agregado presentándolos como lingotes.

Es el sueño que se cumple, pero no es nada más que la fase inicial de un largo y costoso proceso para alcanzar realmente esa industrialización que nos permitirá utilizar nuestra materia prima lista para un proceso de transformación en una variedad de productos que actualmente los importamos de países vecinos, algunos inclusive que no tienen tradición minera y metalúrgica, pero que han consolidado industrias estables utilizando nuestras materias primas.

Los primeros aprestos de fundición de nuestros minerales correspondió, como ya lo explicamos en otras ediciones, a visionarios empresarios orureños, el caso de la Familia Peró que logró los primeros lingotes de estaño, la necesidad de aumentar esa producción consolidó la erección de la primera Empresa Nacional de Fundiciones (ENAF) sello que hasta ahora garantiza la producción de la Empresa Metalúrgica de Vinto. Pero el estaño metálico sirve desde hace muchas décadas a las industrias de países asiáticos, europeos y de Norteamérica, también a otros latinoamericanos que nos venden sus productos como quincallería, toda una vasta línea de ferretería que ya es tiempo de que podamos producirla directamente.

Ahora ya se puede hablar de los lingotes de plomo y plata que producirá la Empresa Metalúrgica de Karachipampa (EMK) que inicialmente serán vendidos a los mercados externos, pero que igualmente tienen que convertirse en materia prima para diversificar la industria de nuestro país.

Si bien de momento todavía no existen definiciones concretas para encarar esa diversificación productiva, hay necesidad de crear políticas especiales que trabajen en el sentido expreso de detectar y ubicar los campos más propicios para utilizar nuestra materia prima con valor agregado y disponer de una cadena industrial que abrirá centenares de nuevos empleos, pero además nos permitirá a los bolivianos disfrutar del uso de los productos derivados que con toda seguridad abaratarán los costos de toda la nueva línea con sello boliviano.

Lo importante de momento es alimentar con planes muy concretos la denominada cadena productiva, empezando por fortalecer el principal motor del futuro cambio industrial, en este caso la minería y la metalurgia, dos hechos ligados indisolublemente que deben crecer a ritmo acelerado y de manera sostenible para generar la producción nacional.

Los esfuerzos tienen que concentrarse en el litio, el hierro del Mutún, sin dejar de lado en absoluto la producción de plata y oro, teniendo ya ejemplos muy claros sobre el manejo de esos metales precios en la joyería industrial con muy buenos resultados.Todo dependerá de políticas de gobierno prácticas y dinámicas, eso es lo que se necesita para entrar a la onda industrial.

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