No es nada fuera de lo normal, al contrario en cualquier circunstancia que se precie de regular y formal la exigencia mínima es la de contar con claras reglas de juego que garanticen las inversiones, nacionales o extranjeras, permitiendo finanzas limpias en un ambiente de seguridad y tranquilidad.
En el caso de la minería, las condiciones "sociales" no siempre son las mejores para tentar a inversionistas, peor aún si no hay normativas que garanticen el movimiento de capitales, posiblemente tecnología, además de abrir opciones de centenares de empleos seguros que faciliten el cumplimiento de metas en las etapas de exploración, prospección y explotación de recursos minerales.
Una prueba de esto que señalamos, tiene relación directa con la preocupación de algunos empresarios externos que han puesto su mirada en proyectos como el litio y su industrialización, pero que al mismo tiempo están pendientes de la aprobación (promulgación) de tres leyes específicas que permitirían avanzar sin sobresaltos en futuros emprendimientos.
A fines de septiembre y primeros días de octubre pasados, empresarios coreanos expresaron su preocupación por los problemas que se presentaron justamente en esos días, como el caso del Mutún en el oriente, nacionalización de Colquiri en La Paz y de Mallku Khota en Potosí, actitudes que dejaron cierta duda sobre las seguridades para invertir en la minería boliviana, sin embargo y así lo expresó entonces el Embajador de Corea en nuestro país, al señalar que hay esperanzas en que las leyes de Inversiones, la de Minería y otra de los Hidrocarburos, definan líneas concretas, que otorguen las suficientes garantías para invertir en los rubros más importantes como son los recursos naturales.
Hay marcado interés de empresarios externos para invertir en Bolivia y de manera especial en minería, empero la falta de instrumentos legales que hagan propicias las inversiones y seguras las operaciones, constituye una traba a las definiciones que deben tomar los futuros socios estratégicos.
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