martes, 4 de enero de 2011

QUINQUENIO DE DISCURSOS

Retrocediendo en el tiempo, y hay que hacerlo obligadamente para ubicarnos en la realidad de lo que significa el aprovechamiento de nuestros recursos naturales, nos damos cuenta que transcurrieron cinco años discursivos sobre la reactivación de la minería nacional y todavía en la actualidad se espera las novedades que concentre la nueva Ley de Minería.

En ese largo proceso, muy cantado y hasta bailado como dicen los observadores, no faltaron las alternativas propias de buenas intenciones pero pocas decisiones, tal es así que hasta el presente no se han consolidado nuevas inversiones y las que están en proceso de ejecución sopesan una serie de dificultades debido a la falta de seguridad jurídica, carencia de garantías y facilidades para operabilidad en concesiones que dejarán de ser tales justo en el comienzo del próximo mes.

Bajo esas condiciones adversas, que no son todas, y frente a la competencia que desarrollan con planes agresivos y debidamente solventados los países vecinos, hay necesidad de crear una estrategia productiva de la minería nacional que responda a la competitividad externa, en busca de recuperar grandes capitales, ausentes en nuestro medio por el miedo de inversionistas a sufrir contingencias adversas, pérdida de capitales, problemas sociales o de otra índole que impiden un normal desarrollo de cronogramas productivos.

Muchos más años del marcado último quinquenio se arrastran proyectos que se iniciaron al calor de ofertas políticas, inclusive en dictaduras y que siguen siendo una rémora al no haber ni siquiera iniciado su ciclo de producción, caso de los complejos de Karachipampa o La Palca, en los que se hicieron millonarias inversiones y las estructuras siguen simplemente como una muestra de la mejor manera de “ordenar fierros” en una gran exposición sólo de muestra sin mayor rendimiento.

Estamos por ingresar a otra etapa de la minería justamente con una nueva Ley que puede ser aprobada en cuestión de días más, luego de ser “socializada” entre las partes interesadas y puesta a punto para su aplicación. Esto nos hace ver una realidad que obliga necesariamente al cambio de actitudes y metas para alcanzar el objetivo de convertir a la minería en el primer sector generador de divisas para el país, dadas las condiciones de los proyectos y las perspectivas de acometer mega inversiones en el caso del litio, posiblemente el uranio y también el hierro.

La minería no es sólo pensar en un “gasto de exploración” se trata de un proyecto de alta inversión y de bastante tiempo para llegar al objetivo de la verdadera rentabilidad, por tanto es todo un trabajo de “ingeniería” y no de discursos para hacer de la minería el factor más importante en el desarrollo del país, de manera que esos beneficios se traduzcan en buen uso de divisas y regalías para todos los bolivianos.

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