miércoles, 2 de junio de 2010

El litio: Suman los desaciertos

Cuando Estados Unidos se apresta a recibir con enorme expectativa a los primeros vehículos eléctricos con baterías de iones de litio producidos en serie por la Nissan y la General Motors hasta fines de este año, y Chile, según informa El Mercurio de Antofagasta en su edición de 29 de mayo de 2010, se prepara para incrementar en un 70 u 80% sus colocaciones de litio en los mercados internacionales durante los próximos 5 ó 7 años, el ex ministro Alberto Echazú —que ahora aparece como Director de Recursos Evaporíticos de la COMIBOL— acaba de anunciar que para octubre o noviembre de este año se prevé efectuar la primera producción de sales de potasio.

Este anuncio sólo confirma que el proyecto piloto del litio seguirá contribuyendo a la larga lista de desaciertos con graves consecuencias económicas para el país sin que nadie ponga coto al asunto. Sería bueno que empiece a funcionar algún tipo de control social también para el proyecto más estratégico de Bolivia que hasta el presente solamente ha servido para llenar la agenda de los principales funcionarios del gobierno con visitas de y a los países más poderosos del mundo.

Como se sabe, el proceso de evaporación del potasio en salmueras tarda mucho menos que el de litio. En este sentido, era previsible que se pueda obtener primero potasio que litio. Lo que no queda claro, sin embargo, es por qué se tardó más de dos años en "reinventar el agua tibia". Es más, la "reciclada" autoridad ahora nos dice que en las próximas semanas se empezarán a construir las piscinas y diques para proceder luego a la impermeabilización de las mismas con fibras y membranas sintéticas, lo que significa que en no menos de dos meses el proyecto recién contará con las pozas en condiciones aptas para iniciar el proceso de evaporación. Si consideramos que en más de dos años de experimentación el proyecto no logró descubrir nada nuevo a este respecto, se puede pensar que el proceso de evaporación de potasio tardará alrededor de 8 meses mientras que el de litio tomará alrededor de 18 meses. Todos estos datos son ampliamente conocidos en la industria de los recursos evaporíticos.

Lo anterior quiere decir que la producción de sales de potasio anunciada por el ex ministro para octubre o noviembre no será otra cosa que un número más del show al que nos tienen sometidos las autoridades del sector con este tema; en esas fechas nos mostrarán, probablemente, nada más que unos cuantos kilos de cloruro de potasio para hacer creer a la opinión pública que el país inició la industrialización del potasio. Esperemos que esta vez ese evento no produzca una nueva premiación a los técnicos de la planta piloto "por el gran logro obtenido" en algún medio de prensa influyente, tal como sucedió en meses pasados.

Ahora bien, si, en efecto, empieza el proceso de evaporación de las salmueras en agosto de este año, por ejemplo, en condiciones normales se tendrían los primeros resultados para el potasio en abril de 2011 y para el litio en febrero de 2012. A esto habrá que añadir un tiempo para el procesamiento químico de las sales evaporadas, de modo que el país cuente en fechas posteriores aún no determinadas con una producción mensual de 40 TM mensuales de carbonato de litio y algunas toneladas métricas más de cloruro de potasio listas para la venta. Me pregunto si para entonces se podrá saber al menos cúando el país empezará a producir principalmente carbonato de litio a escala industrial, que le permita ingresar con paso firme a uno de los mercados más cotizados de la tierra en la actualidad. En estas circunstancias, no nos queda más que hacer votos por qué hasta ese momento aún exista espacio para el litio boliviano.

En suma, es una verdadera lástima que el país esté a punto de perder una oportunidad de oro para convertirse en una verdadera potencia energética de talla mundial, mientras la pobreza y la falta de empleo "digno" campean, obligando, en muchos casos, a sus habitantes más desaventajados a dedicarse a actividades no siempre en consonancia con la ley o la convivencia pacífica.

(*) Juan Carlos Zuleta es analista de la economía del litio.

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