miércoles, 19 de noviembre de 2008

Salvemos la minería

Una serie de ideas propias de actividades meramente políticas, muestran lo que en varios periodos de la historia nacional se hizo en materia de minería, considerando este sistema productivo –desde siempre– como el principal generador de divisas para el Erario Nacional y para movilizar los presupuestos generalmente estáticos de las prefecturas de los departamentos productores.
ENFOQUE MINERO

Una serie de ideas propias de actividades meramente políticas, muestran lo que en varios periodos de la historia nacional se hizo en materia de minería, considerando este sistema productivo –desde siempre– como el principal generador de divisas para el Erario Nacional y para movilizar los presupuestos generalmente estáticos de las prefecturas de los departamentos productores.

Es lógico que observando el tema con “lente político”, hubo tiempos de alta explotación de nuestros recursos naturales y de la fuerza laboral de miles de bolivianos que se incorporaron –desde la Fundación– a las tareas mineras gozando de los beneficios que significaba trabajar para ganar inclusive hasta para derrochar.

No siempre la minería fue sólo inmisericorde explotación, también generó una gran cantidad de divisas que traducidas en recursos financieros permitieron a casi todos los gobiernos aprovechar esos beneficios para encarar mayormente planes de desarrollo nacional y algo de utilidad en niveles regionales.

La minería boliviana en su larga historia dependió de inversionistas extranjeros y nacionales; en sus buenos tiempos se convirtió en la principal empresa del Estado desde la nacionalización de las minas y paralelamente como el botín de guerra de varios gobiernos, dictatoriales y democráticos. La minería sirvió a todos los políticos, pero no de igual forma a las regiones.

En los periodos de excepcionales precios, los gobernantes con mucho entusiasmo plantearon hacer de la minería una “plataforma del desarrollo” nacional, olvidando que desde siempre este importante rubro ha sido y sigue siendo el “motor del avance nacional”, inclusive en duros tiempos de crisis, por tanto es increíble que una vez más se haya perdido la oportunidad de sacar brillo a nuestro metales, aprovechando la coyuntura de los precios altos, que lamentablemente ahora están en descenso.

Es lo que sucede con nuestra minería, sirvió a muchos intereses, el país se nutrió de sus divisas, crecieron muchas regiones y varios gobiernos le sacaron jugosas tajadas, pero pocos se preocuparon de modernizar su sostenimiento al punto que todavía algunos sectores cooperativizados siguen explotando con métodos arcaicos las minas de aquel pasado fabuloso.

Lo que siempre falta son “planes mineros” para separar aquello de “políticas” para el sector que por su distorsión en financiamiento y producción siguen siendo la causa de la debacle minera. Aún ahora, hay que decirlo claramente, los problemas que deben enfrentarse son el resultado de imprevisiones en las autoridades, que pese a las advertencias y los síntomas de la caída de precios no hicieron nada para disponer medidas de emergencia que eviten el colapso que se viene y que se sentirá con mucha dureza.

Lo que falta mínimamente es que se dicten medidas de incentivo, seguridades para inversiones, políticas tributarias competitivas con las de países vecinos y sobre todo una decisión “de verdad política” para crear un fondo de emergencia que permita capear el temporal en este tiempo de remolinos financieros.

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